domingo, 3 de febrero de 2013

Llueve

Por debajo del polvo,
que el gélido aire no se lleva.
Entre el óxido de mis cadenas,
en la sangre de mis venas.

¿Hay alguien ahí?
¿Quién es? Ábreme la puerta.

No hay llave, no hay cerrojo.
Nunca hubo suerte, sino condena.
Ni la salida que yo quisiera
mucho tiempo antes de que te viera.

¿Y cuándo te vi?
¿Cuándo? Hoy quién lo recuerda

Vivo ansiándolo todo.
Quiero las voces que me rodean,
las miradas, que viran y esperan,
miradas crueles que me desvelan,
me atan al suelo y al cielo vuelan.

¿Vuelan para mí?
Sin alas no creo que puedan.

Soy ceniza entre escombros,
tú eres tus ojos, que me cortejan,
que brillan bajo la luna llena.
¿Cuántas son las estrellas que quedan?
¿Cuántas serían si tú cayeras?

¿Estrellas sin ti?
Sin ti no creo que vivieran.

Todo me sabe a poco.
Me sabe a poco mi humilde cena,
la luz el día, que no me ciega.
Me sabe a poco y de ti me aleja
la brisa otoñal, la lluvia eterna.

¿Lloverá sin fin?
Bajo lluvia nunca nieva.

Llueve y me quedo solo.
No estás aquí, ya nunca estás cerca.
Y pienso, si algún día volvieras,
nunca me dejes morir de pena.
Jamás me hagas ver cómo te alejas.

¿Caeré aquí?
¿Me ahogaré entre la niebla?

Respiraré bien hondo.
Respiraré hasta que muera.